Resulta, sin duda, necesario
establecer en primer lugar a qué género pertenece y qué es el alma —quiero
decir, si se trata de una realidad individual, de una entidad o si, al
contrario, es cualidad, cantidad o cualquier otra de las categorías que hemos
distinguido— y, en segundo lugar, si se encuentra entre los seres en potencia o
más bien constituye una cierta entelequia. La diferencia no es, desde luego,
desdeñable.
(Acerca del alma I, 1, 402a23-27.)
cierto que en el
pensamiento griego el tema del alma aparece asociado con insistencia a
concepciones y creencias de tipo religioso (inmortalidad, transmigración,
culpas y castigos, etc.): baste recordar el pitagorismo y la filosofía
platónica. Aristóteles, sin embargo, no plantea la cuestión del alma en
conexión con creencias religiosas, sino desde una perspectiva estrictamente
naturalista.
http://chistescortosybuenos.info/
http://chistescortosybuenos.info/
Aristóteles
acepta, pues, la existencia del alma, si bien su actitud ante la misma es
sustancialmente ajena a las connotaciones religiosas tradicionales. La perspectiva
en que se sitúa es la explicación del fenómeno de la vida. El razonamiento
subyacente a su planteamiento es, más o menos, el siguiente: en el ámbito de
los seres naturales los hay vivientes y no-vivientes; entre aquéllos y éstos
existe una diferencia radical, una barrera ontológica infranqueable; ha de
haber, por tanto, algo que constituya la raíz de aquellas actividades y funciones
que son exclusivas de los vivientes. Este algo —sea lo que sea— es denominado
por Aristóteles alma (psyché) y, cuando menos, hemos de convenir
en que tal denominación cuadra perfectamente con la tradición griega de que
Aristóteles se nutre. El problema estriba, pues, en determinar la naturaleza de
ese algo, del alma. Cabría decir que se trata de encontrar una referencia
adecuada al término «alma» y tal búsqueda sólo es posible a través de una
investigación —filosófica y empírica— de las funciones, de las actividades
vitales. El tratado Acerca del alma no es sino un tratado acerca de los
vivientes, acerca de los seres naturales dotados de vida.
igual de todas las especulaciones anteriores, pero no exenta de ciertas ambigüedades y tensiones internas.
A) La palabra
griega ousía (que generalmente suele traducirse por «sustancia» y que
nosotros traduciremos siempre por «entidad»)[1]
abarca en la obra aristotélica una pluralidad de nociones cuya sistematización
coherente no deja de resultar difícil. En efecto, Aristóteles denomina ousía,
entidad a las siguientes realidades o aspectos de lo real: a) «Lo que no se
predica de un sujeto ni existe en un sujeto; por ejemplo, un hombre o un
caballo» (Categorías 5, 2a12-13). Se trata, según establece
explícitamente Aristóteles, de la acepción fundamental
del término ousía, con la cual se hace referencia a los individuos
pertenecientes a un género o especie naturales, b) Las especies a que
pertenecen los individuos y los géneros en que aquéllas están incluidas, por
ejemplo, «el individuo humano está incluido en la especie "hombre" y
el género a que esta especie pertenece es "animal" y de ahí que la
especia "hombre" y el género "animal" se denominen
entidades segundas» (ib., 5, 2a 16-18). En este caso la palabra ousía pasa a significar el
conjunto de los predicados esenciales que definen a
un individuo. (Los individuos se denominan entidades primeras), c) Aquellas
realidades que son capaces de existencia independiente, autónoma, es decir,
las «sustancias» (en la acepción tradicional de este término), por oposición a
los accidentes, d) El sujeto físico del cambio, es decir, lo que permanece
idéntico como sustrato de las distintas modificaciones resultantes de aquél,
e) Por último, el sujeto lógico-gramatical de la predicación, del discurso
predicativo: «lo que no se predica de un sujeto, sino que lo demás se
predica de ello» (Metafísica VII 2, 1029a8). El término ousía se inserta,
pues, en un conjunto de oposiciones que determinan su significado como:
individuo frente a los géneros-especies, predicados esenciales frente a predicados
accidentales, sustancia frente a accidentes, sujeto permanente frente a las
determinaciones sucesivas cambiantes y sujeto del discurso predicativo frente
a los predicados del mismo. La teoría aristotélica de la ousía, de la
entidad, es, pues, muy compleja y solamente una comprensión adecuada de la
misma permite adentrarse en el planteamiento del problema del alma que se ofrece
en nuestro tratado.
